Fotógrafo checo nacido en Príbam (Bohemia) en 1883 y fallecido en Praga en 1961. Fue un gran maestro del desnudo y de la composición con aire pictórico, así como uno de los fotógrafos más célebres de la Checoslovaquia de los años veinte y treinta.
Estudió fotografía en la Escuela Estatal Bávara de Fotografía, en Múnich, entre 1901 y 1903. En 1904 se trasladó a su Príbam natal y, después de realizar el servicio militar, marchó en 1907 a Praga, donde su trabajo obtuvo por primera vez el reconocimiento popular que merecía. Instalado definitivamente en la ciudad, su obra fotográfica se centró en las técnicas del desnudo y el retrato, de las que se mostró un auténtico virtuoso, y en las que supo intuir influencias del romanticismo y del simbolismo reinante en el ámbito de la pintura. En ese momento apareció en su obra la figura de Salomé, que no dejó de fascinarle a lo largo de toda su obra. El mito de la mujer que volvía locos a los hombres se proyecta en las fotografías de Drtikol -como la “Salomé” de 1923- con sensualidad y sensibilidad. La mujer desnuda, recostada en su lecho, toca la cabeza de su víctima servida en bandeja de plata, con la mirada ausente. El blanco y negro llena de magia la composición: el lecho blanco, la luz y sus contrastes describiendo formas sobre el cuerpo desnudo de la muchacha, la cabeza de la joven en penumbra, la de su víctima a la luz, el espacio sobrio, las columnas que enmarcan la imagen y que, al tiempo, encierran el mito...
Durante los años veinte no sólo le fascinó la idea de Salomé; también la construcción del espacio se convirtió en fascinante, al someterlo a unas transformaciones decisivas que lo segmentaban y fraccionaban con formas geométricas de dimensiones humanas. Ensanchó también las posibilidades arquitectónicas a través de la luz hasta crear un universo de connotación expresionista y reducir sus desnudos a los torsos y a los miembros en un proceso de fragmentación compositiva.
En 1935 abandonó la fotografía, y el que fuera uno de los fotógrafos más interesantes de Checoslovaquia cayó en el olvido. Treinta años después, pasados tan sólo unos años desde la muerte del artista, el esteticismo que había caracterizado su obra volvió a ser apreciado.
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